
Buenos días días, Rodrigo. Son las seis y media de un nuevo fin de semana. La rutina se rompe hoy, porque me han citado para la vacuna contra la COVID-19. La primera dosis.
Ahora ya solo pienso en cuándo se la pondrán también a Papá. Espero que sea muy pronto. Y a tu hermano. Porque B, por sanitaria, hace ya semanas que la recibió.
Quizás para el verano todos, el país entero, estemos en mejores condiciones. Quizás estos tiempos sean ya el principio del fin. Después de trece largos meses de incertidumbre.
Y así resistimos, hijo. Prudentes, centrados en nuestros quehaceres, saliendo solo lo imprescindible.
Ay, Rodrigo, te siento tan lejos… Tanto como siempre y, qué extrañas son las ausencias, más que nunca. No sé cómo llamarte, acercarme a ti, cariño, tras estos diecisiete años de separación obligada.
Vamos a buscarte. Papá me lo recuerda cuando me agobio. Sí. Pero es que no estás. Quiero volver a encontrarte, pero mientras tanto no me hablas, no ríes, no vienes y vas, ni me escribes mensajitos de lo que piensas o haces.
Por eso te los mando yo. Te quiero mucho. No te olvidamos. Date una vuelta por nuestros sueños, haz sonar los cascabeles de las estrellas. Aquí nos tienes, esperando tus noticias. Millones de besos: Mamá.