
Hola, Rodrigo. Te escribo a ti, en tu bitácora, mis primeras palabras de este año. Nuevamente los cómputos nos hacen pensar en comienzos y novedades, cuando la realidad es que solo es un día más que ayer. En todo caso, te pienso. Y te quiero.
Nochebuena y Navidad solitarias, en casita Papá y yo. El 25 comimos con tu hermano y B. Hoy, solo con él. Nada de reuniones familiares grandes, simplemente nuestra diminuta familia nuclear, ventanas abiertas y todas las precauciones. El mundo se ha vuelto distópico, extraño y ajeno.
Estamos en las decimoctavas festividades sin ti. Es muchísimo tiempo, pero no te olvidamos, hijo.
Millones de abrazos de oso. Contigo siempre en el corazón. Te queremos.