Pasamos ayer un día familiar y entrañable. Casi parecía que estabas tú. Nos hiciste guiños sutiles y tu hermano, qué encanto, hizo su papel y el tuyo. Nos reímos mucho.
Llueve sin parar, tal vez termine nevando por aquí tanto como por Segovia, (anda la A6 medio colapsada). Te escribo en la penumbra de esta mañana invernal.
Abrazos de oso, Rodrigo. No te olvidamos.