Último sábado de mayo

Cómo pasa el tiempo, cómo vuela, parece increíble. Querido hijo, otra vez te anoto unas líneas para no perderte el contacto. Aunque haga diecinueve años y dos meses que te fuiste.

La vida sigue sin ti. Nos vamos haciendo viejos. Todo es lo mismo y a la vez no es igual porque faltas tú. De vez en cuando algo diferente rompe la rutina: un viaje, una quedada, una reunión de amigos… El tiempo ha suavizado la pena, pero sigue doliendo que no estés aquí. Vas a faltarnos siempre.

Me cuesta mantener el ánimo. Porfa, Rodrigo, mándame fuerzas. Papá, G y yo no te olvidamos. Te queremos como antes, como siempre, hijo. ¡Te echamos tanto en falta!

Visítanos en sueños, mándanos señales, cartas, canciones o pájaros, lo que sea y se te ocurra, cariño. No te olvides de nosotros, ni de tu hermano, ni de tu casa. Aún nos quedan pendientes millones de abrazos de oso. Te queremos hasta el infinito. Allá donde estés, espéranos, hijo.

Todo nuestro amor: Papá y Mamá.

20 de mayo de 2023

Buenos días, Rodrigo. Hoy vuelve a ser una de esa fechas señaladitas. Si estuviese aquí, Lala cumpliría hoy noventa y dos. Larga edad, pero no imposible, pues su hermana hará noventa y cinco en junio y Ela alcanzó los noventa en enero. Parece que cada vez se vive más. Y me pregunto de nuevo por qué tú no.

Espero que estés bien y poder reencontrarte, hijo. Papá y yo seguimos avanzando juntos este camino vital, cuidándonos mutuamente, acompañando a tu hermano. Y nos faltas tú, cariño. Siempre.

No dejes de volar. Vamos a buscarte.

Millones de abrazos: Mamá.

13 mayo de 2023

Se acerca tu cumple, Rodrigo. Las fechas señaladas siguen doliendo. Y más estos días en que la ansiedad no termina de marcharse.

No quiero pensar en ello, no me gusta, pero ahí está el dato incontestable de tus veinte cumpleaños en ausencia.

Demasiado tiempo.

Hoy, como ayer, lucirá el sol, en esta primavera hermosa y seca. Te pensaré feliz en una enorme biblioteca, en un bosque, en una playa, en una galaxia azul y rosa. Y en tu cuarto, leyendo.

No te olvidamos, hijo. Espéranos.

11 de mayo de 2023

Dice la canción que veinte años no es nada, pero realmente es la mitad de la vida de tu hermano. Un tercio de la de tu padre y yo misma. Y el tiempo que llevamos sin ti, Rodrigo.

A veces me llegan hilachas de tu risa. O canciones en principio desconocidas que hablan como tú y me traen ecos tuyos remotos pero emocionantes.

El tiempo pasa muy deprisa. Voy camino ya de cuatro años de pensionista. Voy camino también de reencontrarte.

No dejes de cuidarnos, no nos olvides, hijo. Te queremos.

Millones de abrazos de oso: Mamá.

Mayo

Estamos ya en el mes de los cumples: Dani, Lala, Alicia, yo misma y tú. Este 24 haces cuarenta en los cómputos de aquí.

Camino de los veinte sin ti, pasan los años con tu ausencia injusta y horrible. Te sigo echando de menos, sigo llorando terriblemente tu falta.

Hoy ayudaremos a tu hermano en las domesticidades típicas. Ojalá pudiéramos hacerlo también contigo. ¿Estás bien? No nos olvides, Rodrigo.

Abrazos desde casa. Seguimos camino en tu busca. Aqui no te olvidamos.

Millones de besos: Mamá.

Últimos días de abril

Buenos días en medio de una nueva ola de calor, más propia de julio que de abril, hola, hijo. Te saludo desde casa, como casi siempre, esperando que estés bien.

No renuncio a estas charlas, aunque a menudo no tenga nada especial que contarte. Siento que así hago contigo como con tu hermano cuando le deseo buenas noches. Él me contesta también sus buenos deseos y nos sirve a ambos como contacto y como forma de reporte tranquilizador.

La lástima es que en tu caso tú no me escribes de vuelta. Ay, ojalá pudieras ponerme un par de líneas. O darme un abrazo de los tuyos.

Es verdad que a veces, aunque no muy a menudo, sin embargo, pasan cosas especiales que quiero pensar que vienen de tu parte. Como la buena acción de un joven que «casualmente» vino a llamar a nuestra puerta, hace solo unos días, por ejemplo, y nos devolvió la fe en la bondad del género humano.

Así vamos, Rodrigo. Adelante siempre. Contigo en el corazón. Cuídate mucho y cuida estos pasos que nos llevan a ti.

Millones de abrazos de oso: Mamá.

22 de abril de 2023

Ando, de nuevo, sumergida en la irrealidad, Rodrigo. Me parece moverme en un sueño, a ratos pesadilla, en que sucesos, situaciones y gente se diluyen en la niebla.

Son fases, ya lo sé de crisis anteriores, pero no por eso dejan de extrañarme o de producirme su dolor romo.

Por lo demás, generalizando, estamos bien. Seguimos enteros. Seguimos.

¿Y tú, cariño?

Ojalá supiera, pudiera, verte y darte muchos abrazos. Cuídate. Te quiere hasta el infinito: Mamá.

15 de abril de 2022

Buenos días, Rodrigo. Escribo la fecha y yo misma me espanto de la rapidez con que pasan los días. Tempus fugit.

Sigo resfriada. Al parecer los virus y las enfermedades que nos provocan son así últimamente, de larga e incómoda duración, molestos pero de síntomas leves.

Aquí seguimos, hijo, en casita, con una vida discreta, poco lío social, siempre juntos Papá yo. En contacto con tu hermano siempre. Y ya.

Te echamos en falta.

Muchos besos: Mamá.

Nuestros onces

Un mes después respiro con alivio, por fin superado el décimonoveno aniversario. Desde nuestra casa y nuestro jardin, ese que tanto te gustaba contemplar, te anoto estas pocas líneas que nos van acercando al vigésimo. Ay, Rodrigo. Veinte contigo y otros tantos sin ti.

La rutina de días sencillos arropa nuestra pena y el hueco terrible que dejaste. Tu silla vacía, tu cama huérfana, tus libros solitarios duelen y a la vez demuestran que viviste con nosotros, que no fuiste un sueño hermoso y fugaz.

Ya solo podemos quererte y esperar el reencuentro. Y caminar en tu busca. Eso hacemos, hijo.

Miles de besos y de abrazos, y de risas, viajes, libros y canciones. Te queremos, hijo. Te queremos.