Con mejores temperaturas, por fin algo de fresco, hemos llevado a tu hermano y su novia al aeropuerto. Vine pensando en nuestra vida privilegiada de trabajo, familia y necesidades más que básicas cubiertas. Solo la pena de tu ausencia, Rodrigo. Y el miedo a que cualquier cosa puede pasar en cualquier momento que se nos ha quedado pegado al alma desde que te arrancaron de nuestro lado.
Te escribo, te llamo, te pienso feliz, te añoro al otro lado de la Estigia, hijo querido. Vuela alto, por favor, pero échanos un vistazo de vez en cuando y no te olvides de venirnos a buscar cuando sea nuestro momento.
Te queremos.