
Hola, hijo, buenos días, de nuevo te escribo unas líneas, ¿ qué tal estás?
Nosotros tenemos un cumpleaños hoy. El de tu amigo E. Y por eso y para él hay unos regalos sobre tu mesa de estudio. Son un juego de cartas y un libro de rol tan de tu gusto, que nos hacen recordarte (y añorarte) de una forma muy especial.
Si estuvieras, tú también seguramente pedirías cosas parecidas. Si no te hubieras ido, si no se te hubieran llevado, serías tú el que tendrías esos regalos para él; el que acudiría al cumple, quien compartiria afición y cariño con E, N y su pequelo H. Ojalá. Pero resulta que hace dieciocho años y nueve meses que no estás y somos Papá y yo los que acudimos, año tras año. En tu nombre, al principio, aunque enseguida ya convertidos en amigos.
Estaremos solo un ratito, por prudencia elemental. Y veremos allí a tu hermano, que también está invitado, y a otros compas tuyos que se convirtieron en nuestros por tu influjo y recuerdo, y que hace mucho que no tratamos de cerca, con esto del dichoso coronavirus.
¿Qué te parece nuestro plan de hoy, Rodrigo? ¿ Qué tal si te pasas por aquí tú también?
Te queremos. Siempre. No dejes de cuidarnos, que vamos en tu busca. Miles de abrazos de oso, Mamá.