Hoy hace treinta y cinco años que nos casamos. No termino nunca de asumir todo lo que ha pasado en este tiempo, especialmente tu muerte, Rodrigo.
Tu llegada fue un regalo. Tu partida, el horror más oscuro y profundo por el que hemos pasado.
Nunca dejaremos de echarte en falta, hijo. Y mucho menos en fechas señaladas como la de hoy.
Te queremos.