Desde que tu hermano se independizó parece que tu ausencia es menos ilógica. A veces incluso podría parecer que tú también vives con tu pareja y que vamos a quedar a comer todos juntos el próximo sábado.
Luego la realidad golpea de nuevo en la herida de tu muerte y ya no tengo el consuelo de sentir tu sutil compañía por la casa, como antes.
Pero te sigo llamando para no perder tu pista. Sin agobios, con la confianza de que nos esperas a pesar de todo.