Trece años y medio 

Desde que tu hermano se independizó  parece que tu ausencia es menos ilógica. A veces incluso podría parecer que tú también vives con tu pareja y que vamos a quedar a comer todos juntos  el próximo sábado.

Luego la realidad golpea de nuevo en la herida de tu muerte y ya no tengo el consuelo de sentir tu sutil compañía por la casa, como antes. 

Pero te sigo llamando para no perder tu pista. Sin agobios, con la confianza de que nos esperas a pesar de todo.

Nuevo curso 

Parecía largo el verano y sin embargo ha pasado, ya llegó septiembre y con él un nuevo curso escolar. Si tengo suerte y no cambia la normativa, mi penúltimo.

Ya no tengo la nostalgia de vuestras vueltas al cole de tus primeros tiempos de ausencia, os habéis hecho adultos y vivís vuestras vidas independientes. Sigue siendo tu distancia lo que nos desazona, pero hemos aprendido a vivir el presente con un sosiego adquirido a fuerza de voluntad y de esperanza.

Ay, Rodrigo, por favor, alimenta esta última con los cascabeles de tu risa lejana, no dejes de mandarnos mensajes para seguir avanzando hacia ti. 

El penúltimo sábado de agosto 

Pasan los días y la vida. Ese nuevo atentado nos hace pensar intensamente  en ti, en todo lo que nos robaron con tus pocos años. En la maldad y estupidez humanas.

Evito los informativos recurrentes y obsesos, pero a la vez  considero necesario no aislarme del todo y procuro estar mínimamente  informada. Una paradoja insoportable. Y es imposible no sentir que todo se remueve.

Te queremos. Nunca dejes de volar. No te olvidamos, espéranos.