Se acaba septiembre 

Buenos días de sábado calenturiento y seco. Las noches son frescas, menos mal, porque durante el día rondamos los treinta grados centígrados y la ciudad está en alerta por contaminación.

No terminamos de conseguir esa rutina que arropa aunque hoy sea el último día de septiembre. Los horarios de tu hermano ya no nos permiten quedar a comer un día a la semana y aún estando cerca nos vemos poco. En todo este devenir vital es imposible acostumbrarse a tu ausencia, sigue doliendo que faltas tú.

Me pregunto siempre qué harías, cómo afrontarías tus circunstancias, dónde y cómo serían nuestras vidas si no te hubieran arrancado de aquí.

Pero renuncio a enfadarme, a dejar salir la rabia, al menos por el momento parece ser que puedo. Elijo tu sonrisa, tus abrazos y tus palabras divertidas, las canciones y bailes que solíamos compartir.

Te quiero, Rodrigo. Y este amor cruza la Estigia y reúne tu mundo con el nuestro en una isla maravillosa de nuestra exclusiva y dulce propiedad.

Te queremos, hijo. De aquí a la eternidad en que nos esperas. Acompaña nuestros pasos inseguros. Y no dejes de pasarte por la reunión familiar de hoy.

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