Te escribo cada sábado para hacer patente que no te olvido. Te cuento nuestras vidas aunque estoy convencida de que no te son ajenas. Te hablo cada mañana y cada noche, tu nombre entre los de tu padre y tu hermano, porque los tres sois los hombres de mi vida y os mando siempre todo mi amor incondicional.
En los primeros días, semanas, meses, incluso años, sentía que estabas cerca, rondando nuestro mundo. Y eso me consolaba un poco de tu ausencia dolorosa. Ahora te sé lejano. Y entiendo que debe ser así, pero me duele.
Sin embargo, querido Rodrigo, no me rindo.
Te quiero más allá de las sensaciones, de la proximidad, de la lógica y de la muerte. Nada me hará desistir de amarte y buscarte toda mi vida.
Nos volveremos a encontrar.
Mi querida amiga, como siempre que te leo, me encanta. Todas las emociones guardadas se desatan …y lloro cuando escribo esto.
Yo también le siento lejano, muy lejano, pero que me acerco muy deprisa . No lo sé explicar mejor, creo que me entiendes.
Te sigo, ya lo sabes, y os quiero
Querida María José, muchas gracias por seguir leyendo después de tanto tiempo. Y por compartir con nosotros tus lágrimas. Un abrazo grande.