Cómputos de fin de año 

Es tiempo de echar la vista atrás y contemplar el 2017. Catorce navidades llevamos ya sin ti. Hemos perdido la sensación de tu compañía, hace mucho que no andas por la casa y es tu hermano el que todavía parece trotar por las escaleras, aunque vive ya casi dos años independiente.

Estuvimos juntos veintiuna navidades. Estos cómputos me incomodan, pero no puedo evitarlos. Ni pensar que puede llegar el momento en que tu vida con nosotros sea un período pequeño y lejano por comparación. Tus apenas veintiuno frente a mis cincuenta y ocho marcan una proporción de uno a tres. Pero sería a cuatro si alcanzo los ochenta. Y me molesta infinitamente la brevedad de tu vida, que yo habría cambiado por la tuya sin dudarlo un instante.

Entre las mil sensaciones que me asaltan cuando te pienso, además de las lágrimas que ahora mismo enturbian mi escritura, he captado a veces que tú estás bien y hasta te consideras afortunado de haber llegado pronto al lugar o estado,  no sé, que ahora te acoge. Ojalá sea algo más que una trampa de mi psique. Porque te quiero libre y feliz, esperándonos.

Montones de abrazos, Rodrigo. Por favor, vuela alto y échanos un vistazo amoroso durante las fiestas.

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