WhatsApp 

Sigo teniendo tu número de móvil en la agenda telefónica del mío. Con una foto tuya, joven y sonriente, de tus dieciocho. Han  pasado casi catorce años, pero no quiero borrarte de ella, del mismo modo que no sales de mi vida aunque ya no estés, aunque unos locos canallas  te asesinaran.
Y anoche, de pronto, te descubrí en WhatsApp. 

No sé si reciclaron tu número hace mucho y solo ahora su nuevo dueño ha instalado esa App, o si la resignación es reciente, qué más da. Lo que me alucina es ver tu foto activada junto a la frase «última vez ayer a las 20:11», o que esta mañana,  madrugadora como yo,  marque «hoy a las 6:57».  

Por un instante  glorioso pude fantasear con lo que deberían haber sido nuestras existencias, la tranquilidad de saberte  cerca, a punto de irte al trabajo. Me habría gustado tanto comprobar que sigues bien, que todo fluye por los cauces cotidianos… Escribirte, que me escribieras, darte las buenas noches, las charlas típicas de esa red con tu hermano y con tu padre. 

 Ya no estas, pero por un momento volví a  sentir que somos verdaderamente cuatro. Como antes. 

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.