Otra semana que empieza 

Hola, hijo, buenos días de un lunes helado. Pienso en ti cuando todavía está oscuro, pero queda poco tiempo para que suene el despertador. Tecleo arrebujada entre las sábanas, sintiendo que el frío muerde mis brazos. Tenemos temperaturas bajo cero y un viento de la sierra que huele a nieve. Te echo de menos.

Por fin suena la alarma odiosa del despertador y somos dos los que te hablamos.  Cada día madrugamos más. Pero incluso  en las actividades cotidianas que ya no compartimos contigo  desde hace casi catorce años,  seguimos pensando en ti.  

Te queremos, Rodrigo. Papá y yo, desde esta mañana congeladora,  te abrazamos con todo nuestro corazón. No te olvidamos. 

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