Once de agosto

Me gusta escribirte al menos una vez por semana, Rodrigo. No renuncio a comunicarme contigo, cariño. Aunque se te hayan llevado lejos y no pueda llamarte por teléfono o escribirte mensajes al estilo de este mundo, te pienso y sigues siendo mi hijo.

Nada ni nadie va a cambiar eso. Ni los asesinos que te arrancaron de nuestro lado, ni las reglas absurdas que dicen que debo dejarte descansar. Pero si no te fuiste cansado…

No estás reposando. Te creo activo en tu nuevo universo, hijo querido, desde donde nos haces guiños a veces y nos esperas. Porfa, Rodrigo, Rodrigoso de los grandes abrazos de oso, qué difícil es estar aquí sin ti, no dejes de volar alto.

Te queremos.

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.