El tiempo pasa deprisa y despacio a la vez, pero siempre inexorable. Hijo querido, vamos avanzando en esta vida que nos tocó vivir sin ti como podemos. Echándote mucho en falta, indignados con la mala suerte, el destino o lo que quiera que sea que te/nos pasó.
Ahora resulta que empiezo mi último curso, otra despedida que me apetece muchísimo pero también me asusta. Y siempre estás tú, cariño, tu ausencia injusta, el tiempo y las oportunidades que te robaron.
Tengo miedo de no volver a verte, pierdo la ilusión y la esperanza. Porfa, Rodrigo, hazme señas, mándame un mensaje cuando puedas. Dime que nos estás aguardando al otro lado del mar.
Te queremos. Nunca dejes de volar alto. Millones de abrazos de oso.