La ola de frío polar vino y se fue; ha llovido, pero ahora luce el sol; los tres días laborables han estado plagados de actividad extra, sin embargo descansamos en este puente. Así pasa el tiempo sin ti, hijo querido, Rodrigo añorado de mi corazón.
Hoy hemos quedado con tu hermano para comer y ver fotos. Es una alegría tenerlos a él y a su mujer en casa, que vivan cerca, que nos siga uniendo el cariño, que nos llame a menudo. Ojalá tú estuvieras aquí y pudiéramos hacer lo mismo. Espero que desde tu mundo luminoso te lleguen nuestros abrazos, la belleza del otoño y de tu árbol favorito, el aroma y los colores de tu casa, las voces y risas de esta tu familia que tanto te añora.
No te olvidamos, cariño. Vuela alto.