Los prunos se llenaron de flores por tu aniversario. Efimeras y rosadas, nos han acompañado desde el lunes, y te han mostrado el camino a casa, como todos los años. Hoy ya casi no se ven, desaparecidas en gran parte, o mimetizadas entre las hojas color púrpura. Tan poco duran.
Así es esta vida, Rodrigo, fugaz a ratos, predecible otras veces.
Quedan muy pocas semanas para los segundos de bachillerato. Tampoco demasiadas para los demás cursos. Y se me pasan los días entre nervios de presentaciones, actos in memoriam, exámenes y tareas variadas. Un vértigo de últimas acciones que me llenan de nostalgia y de irrealidad.
Me pregunto dónde estás, cariño, qué andas haciendo, si me ves y ayudas, como creo tantas veces, o si te añoro tanto que imagino tu presencia. Te echo de menos muchísimo, hijo querido.
Me asalta el miedo a lo desconocido, me reconforta la esperanza; lloro tu ausencia injusta, sonrío al recordar tus muecas, chistes y carcajadas.
Camino con papá, de la mano siempre, en tu busca siempre, con tu hermano siempre. No dejes de mostrarnos el camino que lleva hasta ti.
Te queremos.