Días más tarde

Después de tantas jornadas cargadas de aniversario, te busco en la normalidad, Rodrigo. Siento que te me escapas entre los dedos, que andas cerca de mí pero no te encuentro. Y eso sucede porque tu estela es muy sutil y tengo que estar calmada y en mucho silencio para captarla.

Anoche, de pronto, navegando entre tus amigos, decidí buscarte en los mundos de fantasía de Tolkien. Entre los libros maravillosos de tus ocho años, y en las películas de El señor de los anillos que tanto amaste.

Y lloré desde las primeras escenas todas las lágrimas que este quince aniversario no he podido porque había que sobrellevarlo con temple y dignidad. Al menos he conseguido eso.

Hoy pretendo seguir la saga, y pensar que veo, y me emociono, y disfruto, y sufro con las mismas imágenes que tú te llevaste recientes y amorosas en la retina. Y quiero soñarte con los elfos, embarcando en los puertos grises, esperándonos al otro lado del mar.

Nunca te olvido, hijo. Vuela alto. No dejes de soñar. Y cuando sea el momento, ven a buscarnos.

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