Hoy empiezan las fiestas de Getafe, ¿te acuerdas, Rodrigo? Tu padre se ha ido al trabajo y yo tomo ahora la revancha del día de San Isidro que no celebramos en esta ciudad.
En la casa solitaria te echo de menos más que nunca.
Añoro los días de vuestra infancia y, sobre todo, aquella inocencia vital nuestra que nos permitía embarcarnos en cualquier asunto con el optimismo inquebrantable de la juventud.
Ya nada es tan fácil. Me ronda una pena negra que creía finiquitada. Y la ruptura de lo cotidiano la empeora. Sé que se produce porque vivo mis últimas jornadas escolares. También sé que me asalta cuando deja de arroparme la rutina.
Por eso intento no dejarme arrastrar por la tristeza. Echame una mano, hijo querido.