
Hola, hijo, buenos días calurosos y veraniegos. Espero que estés bien y te lleguen mis pobres líneas. ¿Puedes mandarnos tú algo tuyo de esa vida al otro lado del mar? A ratos me envuelve la desesperanza, Rodrigo, por favor, haznos un guiño tranquilizador.
Aquí seguimos moderadamente bien, porque ya sabes que el tío J está hospitalizado, casi tres semanas de estancia tiene el pobre. También te pedimos una mano amiga en esto cariño.
Papá lleva ya un mes trabajando, tu hermano vuelve a la dura tarea este mismo lunes y yo intento acercarme a una rutina que llene mis días de un nuevo sentido.
Pero como siempre, siempre, siempre, en todo este flujo vital te pienso, te añoro y te quiero.