Cinco semanas confinados

Querido Rodrigo. Poco nuevo te puedo contar, llevamos ya cinco semanas confinados, haciendo siempre las mismas cosas corrientes y molientes. Y menos mal, porque podemos decir que seguimos en nuestra rutina y no tenemos ninguna desgracia que lamentar.

Estamos bien. Asumiendo que esto será largo. No nos pesa quedarnos en casa, ya sabes que nos sentimos muy bien siempre en ella. Lo que más difícil resulta es la falta de contacto humano. Por eso es emocionante escuchar a los demás cada tarde a las ocho, porque tras los aplausos hay otras gentes, cercanas, que viven las mismas circunstancias.

Echamos en falta a tu hermano. Te añoramos también a ti. La reconstrucción de nuestras vidas después de esto no va a ser fácil. Esperamos poder salir medianamente indemnes. Pero ya veremos. Por favor, cariño, mira a ver si nos puedes echar una mano. O dos.

Llueve. Esta primavera es curiosamente lluviosa. Tuvimos un invierno muy seco, nos viene fenomenal tanta agua. Y no solo porque higieniza en medio de la pandemia, o ayuda en el campo. Al menos que nuestra castigada situación económica no tenga que bregar también con una sequía.

Sigo emocionalmente roma. Mi cerebro me protege así. Desde mi acorchado corazón te mando todo mi amor, no obstante. Te queremos mucho, hijo. No te olvidamos. Papá y yo seguimos despidiéndonos cada noche con tu nombre. «Sueña con Rodrigo» nos decidimos. Pero como no vienes a nuestros sueños, te buscamos aquí. En estas líneas de continua conexión. Muchos besos y abrazos de oso. Hasta pronto.

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.