A mediados de agosto

Buenos días, Rodrigo. Espero que estés feliz en tu mundo sutil, que hayas aprendido, disfrutado, sentido y experimentado al menos lo que aquellos locos fanáticos te arrebataron y no pudiste experimentar aquí. Y, por supuesto, muchísimo más.

En este planeta desquiciado nuestro, seguimos en vilo por el coronavirus, con unas vacaciones atípicas, sin turismo, controlando los contactos sociales, en medio de una economía depauperada y rebrotes múltiples que dan bastante prevención. Pero resistimos.

Hace un par de días, como supongo que sabes, murió el padre de C, tu amiga y, desde que faltas, también nuestra. Esperamos que le hayas salido al encuentro y que estéis riendo juntos los miles de chistes y chascarrillos que le gustaba contar. Y que envuelvas con tus abrazos curativos a todos los que se quedaron aquí llorándole. Por favor, cielo, no dejes de velar por ellos. Y por nosotros.

No te preocupes, seguimos bien. Todo resulta cada vez más raro, y se complica por momentos, pero bien. Tu hermano y B disfrutaron unos días de vacaciones y volverán a hacerlo en cuanto puedan de nuevo otros pocos más. Papá y yo, sin embargo, esperaremos todavía unas cuantas semanas. Puede ser que para entonces no nos dejen salir, pero tampoco nos afectaría demasiado. Nos importa mucho más que todo vaya mejorando. Y eso no sé yo. Habrá que vivirlo hora a hora, en este presente continuo y extraño.

No te olvidamos, Rodrigo. Vamos a buscarte. Seguimos los hitos que nos dejas, gracias por ese esfuerzo. Te mandamos risas y besos, libros y pelis, juegos y series, abrazos de oso y bailes.

Te queremos. Te pensamos y llamamos. Desde casita, con todo nuestro amor, te hacemos señas. No dejes de venir: Papá y Mamá.

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.