
Hola, Rodrigo, buenos días. En este último sábado de enero te escribo absolutamente enajenada. Parece que han pasado siglos desde el finde anterior. Mi cerebro no consigue procesar los datos, me invaden sensaciones de inconsistencia e irrealidad, y todo me parece extrañísimo.
Desde la muerte de JCC, el tiempo se ha ralentizado, cuesta entender que no está, que, como tú, no vamos a verle ya nunca. Y duele. Por él, por ti, por tu hermano, por todos los duelos previos, y por el miedo a lo que esté por venir.
La vida, sin embargo, no se para. Han subido las temperaturas (y desapareció la nieve), se ha recrudecido la pandemia y la tercera ola amenaza con abatirnos a todos. Es una amenaza que aumenta nuestros temores. Y así seguimos. Resistiendo ya once meses, agotados, hartos de miserias, de avances y retrocesos, de enfrentamientos políticos cainitas.
Por favor, cariño, cuida de todos nosotros. Abraza a JCC de nuestra parte y sigue nuestros pasos. Necesitamos tu ayuda para mantener la esperanza en medio de esta debacle.
Te mando besos, abrazos, libros, juegos, pelis y series. Todo lo que nos gustaría haber compartido contigo si estuvieras aquí. Te queremos.