Sábado de funeral

Hoy tenemos el penoso deber de acompañar a vuestro amigo y su padre, su querido ovni, y su viuda, (Dios qué extraño resulta decir eso de L), en el tanatorio. No sabemos cómo se organizará, dadas las restricciones COVID-19, pero allí estaremos. Un par de años después de haber acudido a despedir a su madre.

No se me olvida cómo cuidó de tu hermano cuando fuiste tú al que teníamos que decir adiós. Era ese amigo que uno sabe y agradece que esté ahí, para siempre, como si fuera familia.

Pienso en él y en ti. Espero que estéis juntos velando por todos nosotros. Llevo dos días llorando vuestras ausencias y la soledad de G, que siente que te perdió a ti y, luego, con él, a lo más parecido a un hermano que la vida le había dispuesto.

El sinsentido de la muerte nos golpea de nuevo. Y cada vez es más difícil bregar con la desesperanza. Por favor, cariño, échanos una mano.

Te queremos. Os queremos.

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