Once de febrero de 2021

Hoy cuento dieciséis años y once meses desde que te arrancaron de nuestro lado. Esas son las largas cifras de tu ausencia. Te echo de menos.

La vida ha seguido sin ti, todavía no me explico cómo. Cada cotidianidad nueva ha ido borrando las que te incluían, las de ese antes en el que estabas. Dolorosamente.

Nuestra nueva existencia está marcada por tu silla vacía, tu cama siempre hecha, los libros huérfanos esperándote en los estantes, las vistas del jardín desde tu ventana (que te gustaban tanto) ansiosas de verte regresar.

No te olvidamos, Rodrigo. Te esperamos siempre. Aunque la experiencia nos diga que no vas a volver, tenemos la esperanza de que saldrás a buscarnos cuando nos llegue la hora.

Es un consuelo muy pequeño en el camino diario, pero también una lucecita que nos empuja a no rendirnos.

Y así resistimos, hijo. Dentro de muy poco será el aniversario décimo séptimo. Y hará, también, un año de esta pandemia que nos asola.

Por favor, cariño, no dejes de velar por nosotros. Y saluda a JCC de nuestra parte, ahora que se os ha reunido.

Montones de besos y abrazos. Hasta el infinito y más allá, te quiere: Mami.

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