
Buenos días, Rodrigo. Son las seis, hace calor y tenemos las ventanas abiertas, cantan los pájaros.
Poco nuevo bajo el sol. Seguimos las rutinas de siempre, la vida sencilla de nuestra edad y condición.
Aunque hoy será especial. Hoy vienen algunos de tus amigos a visitarnos. Después de meses de aislamiento, y con la disculpa de recoger la novela. También se pasará tu hermano. Nos reuniremos en el jardín, para estar al aire libre. Y me inunda la nostalgia. Ojalá estuvieras tú.
Ojalá.
Te echo de menos, hijo.
Me rondan la pena y la desesperanza. Por favor, Rodrigo, échame una mano. Haz sonar los cascabeles de tu risa.
Te queremos. Te quiero. Pienso en ti. Hasta pronto, cariño, mil abrazos: Mamá.