
Buenos días, Rodrigo, ¿qué tal estás?
Nosotros seguimos bien, sumidos en lo codidiano, sin viajes excepto una escapada de horas a Cercedilla. Fuimos a echarle un vistazo a la vieja casita de vuestra infancia y a darnos un paseo por las dehesas. Fue tan breve que ahora, al recordarlo, me parece un sueño.
Poco te puedo contar. Monotonía, calor, cierta serenidad conquistada a cambio de rutina monocroma. Hoy veremos a tu hermano, pues hace ya dos semanas de la última vez. Papá tuvo unos días, pero sigue trabajando todo el verano y no sabemos cuándo disfrutar de vacaciones. Tenemos pocas ganas de ir lidiando con las multitudes y eso nos paraliza.
Tristes sin ti. Tú eres lo único que nos falta. Ojalá estuvieras aquí, Rodrigo.
Esperando volver a encontrarte, seguimos este camino vital tan extraño. No dejes de hacernos guiños, hijo. Para que no perdamos la senda.
Te queremos. Muchos abrazos de oso: Mamá.