Mediados de julio

No hay nada demasiado bonito que contarte, Rodrigo. Aquí seguimos Papá y yo, en casita, disfrutando de una tranquilidad que necesitábamos después de un año duro. Aislados, porque no es momento de viajes o salidas.

El virus continúa afectándonos a todos, la pandemia no desaparece porque los que la sufrimos estemos cansados. Parecía que los jóvenes no pasaban la enfermedad, o apenas tenían síntomas, pero en cuanto se han descontrolado, ahí está la maldita COVID-19 para demostrar que sí les hace daño, más de lo que se pensaba en un principio.

Entre esa nueva escalada de casos y la deriva fascistoide de nuestro país, solo sentimos tristeza, temor e impotencia. No son buenos tiempos, hijo.

Pero resistimos. Desde esta casa que amaste te saludamos, cariño. No te olvidamos. Te queremos. Espéranos.

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.