5 de febrero de 2022

Buenos días, Rodrigo. Espero que estés bien. Nosotros seguimos sin mayores novedades, retirados del mundanal ruido. Lo de siempre estos últimos tiempos.

Así que, poco tengo que añadir a mi cantinela de otros sábados. Que ha brotado la primera orquídea, que tengo previstas presentaciones a finales de mes aunque todavía sin confirmar, que llevo dos semanas escribiendo muchísimo, que casi son ya dieciocho años sin ti.

Te pensé ayer en el centro comercial, plagado de regalos de san Valentín. Recordé tu alegría tras los exámenes y que buscabas algo discreto para tu novia recién estrenada. Cosas sencillas de esas que conforman la vida y que tanto se echan de menos cuando da un quiebro inesperado. Como tu muerte. Como tu ausencia injusta.

A pesar de haber pasado tanto tiempo, a veces me llegan hilachas de memorias contigo. Suaves, desdibujadas. Y ya no me duelen con el filo acerbo de entonces, sino con melancólica tristeza. Escuecen, porque no estás, pero también abrigan el corazón con la ternura con la que nos queríamos, y aún nos queremos los cuatro.

Aquí estamos, hijo querido. Resistiendo. Recordándote. Lo que nunca cambia es nuestro amor por ti.

Miles de abrazos de oso: Papá y Mamá.

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.