Último sábado de marzo

Llueve y las flores rosadas de los prunos han desaparecido ya casi por completo. Tan hermosas y tan efímeras. Son las cuatro y diez, me he despertado demasiado pronto y ya no consigo dormirme. Se nos acaba otro marzo sin ti.

Dieciocho años de ausencia es mucho tiempo solos, Rodrigo. Vivimos echándote en falta siempre. Avanzamos porque esta rueda existencial no para. Por tu hermano. Porque tú también nos quieres así, luchadores. Pero es duro. No deja de serlo aunque los años pasen.

Hoy más que nunca te pienso, te llamo y te quiero, hijo. A veces noto que nos cuidas. Gracias. Otras se me diluye la esperanza. Menos mal que Papá siempre me anima a seguir yendo a buscarte. Dice que volveremos a abrazarnos los cuatro, en piña, que nos esperas. Pero mientras tanto, Rodrigo, qué difícil es este camino en que no estás.

Intentaré dormir un poco. Ojalá logre hallarte en el mundo intermedio de los sueños.

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.