
Ayer pasamos toda la tarde con tu hermano. Comimos juntos y después dedicamos unas horas a la jardinería. Hablamos de mil cosas. Fue un ratito muy hermoso.
Eso nos falta contigo. La vida cotidiana, las risas, los planes locos que se pueden cumplir o no pero valen por los momentos de ilusión compartida.
Desde que te arrancaron de aquí somos pocos y tememos excesivamente al infortunio. El miedo está instalado para siempre en nuestro sistema, ay.
Mientras los amigos mandan fotos guais de sus vacaciones de Pascua, nosotros resistimos en casa. Juntos. Asustados, pero en equipo, en piña, en panda, en comando vital.
Así que vuela alto, Rodrigo. Y no dejes de mirar por nosotros, que te echamos de menos muchísimo, que siempre te nombramos, que sentimos que, a tu modo, también nos acompañas.
Te queremos. Miles de besos y abrazos de oso: Papá, Mamá y Gonzalo.