21 de mayo de 2022

Aquí me tienes otro sábado más, con el recuerdo del cumple sin velas de Lala, mi madre, que fue ayer. Habría cumplido 91 de seguir por estos pagos, pero te acompaña desde 2005. Hola, Rodrigo, espero que estés bien.

Nosotros sí. Dentro de una normalidad sencillita, poco creativa, de rutinas simples, pero sanos y lúcidos. Y no me quejo. Llegarán nuevos ritmos.

Tu hermano progresa despacito. Es lenta la rehabilitación. Pero no nos quejamos. El próximo martes hace un mes de la cirugía y no ha habido problemas, con eso ya estamos felices. Le dieron el alta el día 17 pero lleva teletrabajando desde que pudo, aunque solo aguantaba sentado al portátil ratitos pequeños. Tendrá que seguir un tiempo más desde casa. Hasta que pueda conducir. Te iré contando.

Hace calor, duermo mal, el estrés se acentúa por cada novedad desagradable, y hay muchas. Evito ciertas cosas por no incrementarlo más todavía y a veces pasan las horas sin sentido, con lo que me molesta a mí estar improductiva. Pero también eso hay que aprenderlo, a dejarse fluir cuando haga falta.

En septiembre vuelve un evento EFEYL. Acaban de abrir plazas y en los primeros diez minutos ya tenían la mitad solicitada. Como cuando tú estabas aquí. A Papá y a mí ya nos pilla cansados, pero leemos a tus amigos y su energía nos emociona. Ay, ojalá estuvieses. Seguramente andarías haciendo fichas o buscando personajes, como ellos.

Te quiero, hijo. Me duele y enfada que no estés con nosotros. Te mando millones de besos. Vuela alto, pero no dejes de pasarte por aquí y de cuidarnos, porfa, cariño. Más millones de risas, de libros, de abrazos de oso. Hasta luego…

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.