21 de enero de 2023

Hola, cariño, buenos días.

Son las seis y media, aún está oscuro, te escribo en la tablet, todavía medio dormida, pero contenta de estar en casa.

He pasado fuera dos días y una noche, en Melilla, hablando de ti, del 11M y de tu recuerdo. Ya sabes que me crezco en la adversidad y que no me asusta hablar en público. Y que agradezco poder contar cosas sobre ti porque es una forma de tenerte cerca. Pero también que mas tarde, después de todo, es cuando me llega la resaca emocional y me siento absurda, y me arrepiento de esa exposición de mis sentimientos, y me da vergüenza haber sido el centro de atención por algo tan terrible como tu ausencia.

Así somos los seres humanos, estúpidamente impredecibles a la vez que absurdamente idénticos.

Lo que no cambia es que te quiero, hijo. Con todo mi corazón. Mil perdones si se me cruza por delante un poco de pánico, una pizca de sentido del ridículo y un soplo de ego. Lucho por no dejarme condicionar por ninguno de los tres.

Así que te repito que te quiero, te quiero y te quiero. Que eso, Rodrigo, es lo más importante. Lo demás, defectos de carácter.

Vuela alto y sigue cuidando de nosotros, porfa. Mil abrazos de oso, Mamá.

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.