
Te escribo unas líneas de madrugada, apenas las tres, roto el sueño y dolorida la espalda. Espero que me leas, hijo.
Sigo esperando encontrarte, aunque me asalta la incertidumbre cada vez con mas ímpetu. Y continúo manteniendo estas charlas contigo, porque, sobre todas las cosas, te quiero.
ACTUALIZACIÓN: Dentro de unos días tengo que ir a hablar de ti a un instituto melillense. Me lleva el Ministerio del Interior, con un programa de sensibilización y prevención del terrorismo. Espero tu ayuda, tu inspiración y tu consejo, cariño. Ya he hablado en público de ti otras veces, pero no es algo a lo que una se pueda acostumbrar.
Mientas tanto, no dejes de mirar por nosotros tres, tu pequeña familia rota sin ti. Desde que no estás, qué pocos somos.
Te queremos, Rodrigo. Te queremos. Hasta prontito.