Nuestros onces

Un mes después respiro con alivio, por fin superado el décimonoveno aniversario. Desde nuestra casa y nuestro jardin, ese que tanto te gustaba contemplar, te anoto estas pocas líneas que nos van acercando al vigésimo. Ay, Rodrigo. Veinte contigo y otros tantos sin ti.

La rutina de días sencillos arropa nuestra pena y el hueco terrible que dejaste. Tu silla vacía, tu cama huérfana, tus libros solitarios duelen y a la vez demuestran que viviste con nosotros, que no fuiste un sueño hermoso y fugaz.

Ya solo podemos quererte y esperar el reencuentro. Y caminar en tu busca. Eso hacemos, hijo.

Miles de besos y de abrazos, y de risas, viajes, libros y canciones. Te queremos, hijo. Te queremos.

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.