
Hoy, aniversario de mi madre, es también un día especial, querido Rodrigo. Este sábado anoto líneas de recuerdo y emoción por vosotros dos.
La primavera sigue pintando colores y esperanza reverdecida. Así que atesoro sus señales de ciclo y de renacimiento.
Perdona si no escribo mucho más, ando resfriada y poco lúcida. Aunque ni siquiera eso me impide venir a contarte, hijo. Aquí sigo fiel a nuestra cita de los sábados.
Últimamente hay un petirrojo que visita nuestro jardín. Me encanta verlo. Siempre me hace pensar en ti.
No te olvidamos, Rodrigo.
Millones abrazos de oso. Millones de risas y juegos. Te queremos.