Nuevas añoranzas

Hola, cariño, buenos días. Hoy es otro sábado. He perdido la cuenta de todos los que te llevo escribiendo en estos diecinueve años de distancia entre tú y yo.

Lo sigo haciendo para no perderte el contacto, Rodrigo. Y por qué, quizás, dondequiera que estés, si te escribo, si te doy la lata, pueda llegarte alguna de mis pobres líneas. Ojalá.

Te espero todavía, hijo.

Espero que vuelvas.

Ya que aquel jueves maldito no pudiste, no te dejaron, esperaré a que regreses a buscarme cuando me llegue a mí la hora de cruzar la Estigia.

No elegiré el olvido que propone Caronte. Prefiero el sufrimiento de conservar todas las memorias, si así puedo reencontrarte.

No me/nos olvides tú, hijo, por favor.

Millones de besos y abrazos doloridos. Te quiere muchísimo: Mamá.

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