
Buenos días, Rodrigo. Aquí seguimos, sin ti, aún con calor de verano, manga corta y sandalias.
Estuve hablando de ti en un instituto. Fue una buena experiencia, menos mal, después de la tan incómoda del verano. Y dentro de poco empiezan también las presentaciones de mi última novela. Esos son las únicos hitos que se salen de lo cotidiano.
La vida sigue. Siempre sigue. Inmisericorde. No importa quién falte.
Te añoramos mucho, hijo. No te olvidamos. Recuerda el camino a casa y haz que nos volvamos a encontrar.