Doce años sin mi madre y trece desde tu visita maravillosa. Estamos en una fecha más que simbólica y vosotros os hacéis notar, pues desde el jueves tu hermano tiene ya su casita.
Volverá cerca de nosotros en cuanto la arreglen un poco y eso nos ha llenado de emociones. Anda muy estresado, trabajando jornada y media, desde las siete que sale de casa, hasta las nueve que regresa. Es como una compensación cósmica por el tiempo en que no tenía nada, pero también agotadora.
Entre nuevas gymkanas vitales, Rodrigo, te mando todo nuestro amor. No dejes de pasarte por aquí, hijo. Te queremos.