Te llamo y te pienso esta nueva mañana de sábado, Rodrigo. Entre mil obligaciones hago un espacio para ti. La vida me arrastra y estas letras me ayudan a no perder el norte.
Te llamo, sí. No dejes de inspirarme, hijo. Ni de hacernos señales de por dónde seguir. Cada día me pierdo al menos en un vericueto, gracias por tus ayudas continuas. A pesar de que el tiempo lava tu presencia, o, mejor, su sensación mágica, siempre estás.
Te echamos de menos. Qué vacío terrible dejaste, cariño. Pero el amor sigue reuniendo nuestros mundos.
Hola Deyanira, siempre es un gusto leer cada uno de tus escritos, tenia algo de tiempo sin pasarme por aqui , asi que aprovecho para dejarte mi saludo y un gran abrazo desde la distancia.
Gracias por pasarte por aquí y por tus palabras. Te envío otro saludo grande y un abrazo.