De pronto el jueves comenzó a nevar y era emocionante porque no lo hacía desde 2009. Eran las dos cuando empezó, y en poco tiempo todo se volvió hermosamente blanco. Caían copos enormes, como plumas de pájaro, de esos que vuelan, planean y tardan en posarse. Un espectáculo hermosísimo que duró apenas cuarenta minutos, qué lástima. Cuajó enseguida, aun encima del suelo mojado por las lluvias previas, pero se disipó también muy pronto. Todo el tiempo pensaba en ti, Rodrigo.
Siento la nieve un regalo que señala tu compañía, eso y el panfleto de una tienda de miniaturas que apareció en la luna de mi coche ayer por la mañana. Andas lejos porque ya no eres de este mundo, el cansancio y las mil ocupaciones nos despistan de tu estela. Pero tú estás siempre con nosotros, finalmente lo comprendo. Muchas gracias.
Querida madre de Rodrigo, leerte me emociona y me devuelve , a ratos, la confianza también perdida a ratos.
Gracias. Un abrazo con muchísimo cariño
Otro abrazo de esperanza para ti, querida María José.