Hola, cariño, otra semana , otra graduación de bachillerato, otra primavera de lluvias y soles … Todo me parece ya experimentado, se me va la vida deprisa y me acerco a ti por momentos.
Papá me dice que no exagere, que todavía somos jóvenes, que nadie sabe cuánto le falta, y basta tu ejemplo para demostrarlo, pero no consigo evitar esta sensación existencial de inconsistencia.
Y, bueno, que estamos bien, hijo. Que seguimos trabajando y luchando unos por otros (por mí y por todos mis compañeros, como cuando jugábamos) y que nos embarga ya el cansancio del final de etapa. Necesitamos pronto unas buenas vacaciones.
Espero noticias editoras sin agobios, sin muchas esperanzas, pero con una puntita de expectación. Todavía es tiempo de seguir aguardando, y además me siento liberada desde que terminé el texto. A cambio tú andas más lejos, Rodrigo, pero no puedo recriminar tu afán independiente. Me dan ganas, pero no.
En todo caso, sea esto un mensaje en tu contestador automático: te quiero. Nunca te olvido. Volveremos a abrazarnos.