Entre mil actividades y obligaciones pienso en ti, Rodrigo. La vida me arrastra con sus prisas locas y tú hace mucho tiempo que no compartes con nosotros esa vorágine, pero pienso en ti, Rodrigo.
Apenas puedo hacer otra cosa que no sea traerte a mi mente, hijo. Te llamo y te pido que nos hagas guiños, que nos marques hitos para seguir tu estela, porque la existencia enloquecida que habitamos nos hace perder el sentido de lo etéreo, y sólo en ese mundo sutil estás tú.
Siento que te pierdo un poco más cada día, y lucho cada día por no perderte. Porque no me conformo. Porque te quiero.
Algún día volveremos a encontrarnos, mientras tanto, por favor, haz sonar los cascabeles de tu risa.