11-11 es una fecha simbólica que a menudo nos acompaña. Catorce noviembres cuento ya de ausencia, trece años y ocho meses desde que te fuiste.
Hace una eternidad estabas aquí, hijo querido, la vida era sencilla y parecía clara. Hoy sabemos que puede ser malvada, repentina y cruel, mientras tu hueco en la casa todavía duele.
Siempre. Con notas menos acres, pero duele. Con fases de extrañeza, de rabia, de alejamiento emocional, de certeza, de autoimpuesta serenidad…
No te olvidamos, Rodrigo. Y sabemos de sobra que tú tampoco dejas de pensarnos. Vuela alto, cariño, pero vuelve tus ojos hacia nosotros: tu familia, tu casa y tus amigos. Y sonríe. Que se escuchen también los cascabeles de tu risa.
Te queremos. Y aunque nos separe la laguna de la muerte, el amor no decrece. Pensamos en ti. Te llamamos. Te echamos en falta. Ojalá estuvieras aquí.
Mil cariños, risas, bailes, canciones, besos, juegos y muecas. Te abraza con toda su fuerza: Mamá.