A veces la vida corriente se transforma en una gymkana. Obligaciones y sucesos, ocio y casualidades, todo junto, han venido a coincidir en estos pocos días. Aun en medio de tanta vorágine pienso en ti.
Cuando me falla la confianza del reencuentro, tú la apuntalas. No sé cómo te las apañas. Y mi perenne tendencia al escepticismo resulta siempre derrotada por nuevas señales que mantienen la esperanza. En ti.
Estamos en fase «ocupadísimos», pero no te olvidamos, Rodrigo. Desde algún sitio te ríes y sentimos esos cascabeles. Y nos animan a continuar.
Tú sabes de sobra que te queremos, pero te lo voy a repetir siempre. Te queremos, hijo. Montones de abrazos de: Papá, Mamá y G.