Puente de Constitución e Inmaculada

Saludos desde un sábado muy frío, rodeados de fiestas y con un montón de exámenes sobre la mesa. Lo que ya conoces de sobra de estos días prenavideños, qué puedo contarte, Rodrigo, que tú no sepas ya.

Papá y yo caminamos de la mano con sosiego, charlando, acompañando a tu hermano, intentando hacer vida normal. Pero a veces sucede algo esperanzador, como el día 6, cuando fuimos al teatro y un personaje se llamaba como tú y su nombre, que rimaba dos veces, nos sorprendió por un momento maravilloso y nos infundió de nuevo una chispa de magia.

Luego la vida regresa a sus tintes grises y no podemos quejarnos, somos afortunados ciudadanos del primer mundo, no podemos perderlo de vista. Aunque te echamos muchísimo de menos, solo tu ausencia rompe la perfección de una existencia acomodada por la que nos debemos sentir afortunados. Aunque nos cueste.

Ay, hijo, qué paradoja. Lo habríamos dado todo por tenerte a nuestro lado, pero no hubo elección posible, y agobiarse con los «si hubiera» apenas sirve para autoinfligirse un dolor innecesario.

Desde estas fechas de fiesta y gentío pensamos en ti, como siempre, querido Rodrigo amoroso de los abrazos de oso. Montones de achuchones, cielo. No te olvidamos.

 

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.