Buenos días desde este último sábado antes de las vacaciones, Rodrigo, ¿cómo estás?
Yo me debato entre el cansancio y las ganas de asueto, con unos cuantos exámenes que corregir todavía y cierto dolor de ausencia que evito todo lo que puedo.
Más serenos que nunca, papá y yo continuamos solos. Sin tu hermano, aunque esté cerca. Sin ti, que fuiste arrastrado muy lejos. Pero queriéndoos a ambos con la misma fuerza de siempre.
Otra Navidad, hijo. Muchas sillas vacías y la esperanza de que vengáis a ocuparlas a vuestra manera. Tú y los abuelos, y la familia del Otro lado que te arropa.
Con esa pequeña confianza vamos adelante. Te queremos. Nunca dejes de volar muy alto.