Catorce veces once de marzo 

El paso de los días y la  maldita, fatal e insoslayable cuenta de los onces me trae a este nuevo aniversario. Y parece que  se agotan las palabras para expresar tu ausencia, pero nunca el vacío que dejó tu muerte, Rodrigo, hijo querido.

Te escribo, como Machado, hablando sola, en un ansia infinita  de quererle hablar a Dios un día. Tú me escuchas y respondes a tu modo. A veces hasta incluso me consuelas del tedio de vivir sin ti.  No importa que solo sea por  instantes fugaces, porque la esperanza me permite amarte tanto como cuando estabas aquí. O más, incluso.

Aunque los días de este mes sean una tortura y vayan haciéndose cada vez más ásperos, aunque vuelva  el viejo dolor de un  nuevo once de un malhadado marzo, resistimos, hijo.

Como hace catorce años: a fuerza de cariño. Los tres juntos, soñando con  ser cuatro.

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.