El día siguiente

Otra vez te escribo de madrugada. Nos volvimos pronto de la fiesta. Teníamos que llevar a Ela a su casa. Gonzalo también se unió a la escapada cuando la música de pachanga bailable se apoderó del evento. Ya sabes que no la soporta.

Rodrigo querido, te echamos en falta. Tu hermano anda demasiado solitario sin ti y es en situaciones como esta cuando más se nota. Con él estuvimos, cariño, sacando fuerzas de flaqueza, cantando los temazos que buscó para nosotros con tanto cariño que lloro al anotar ese detalle.

Y tú nos acompañaste con tu discreción habitual. Por eso solo nosotros nos dimos cuenta. Gracias. Te queremos.

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